miércoles, 18 de marzo de 2009

Los sistemas educativos en España

Muchos años lleva el sistema educativo de España sufriendo cambios de los planes educativos. Algunos afirman que cada vez vamos peor, apoyándose en las cifras de fracaso escolar. Otros, por el contrario, creen que el camino seguido es el correcto. Hay un dicho español que alguien me dijo hace bastante, bastante tiempo que decía, “Nada es verdad ni nada es mentira, todo depende del color del cristal con el que se mira”. En algunos aspectos lo considero muy acertado, y, creo que este asunto es uno de esos casos en el que el refrán la va como anillo al dedo.

Un sistema no es ni bueno ni malo en sí mismo, claro que los hay mejores y peores. Probablemente no será el sistema la única variable que se necesita ajustar para obtener unos resultados mejores. Un sistema educativo se implanta dentro de una sociedad, con unas normas, una sociedad con unos principios, unas costumbres, y sobre todo una actitud. La sociedad española ha cambiado a pasos agigantados desde que nuestros padres, abuelos estaban en edad escolar. Imponer el mismo sistema educativo que hace 50 años en la sociedad actual, puede ser un auténtico fracaso. Imponerlo en su totalidad, puede ser nefasto, pero quizás alguna de sus virtudes puedan seguir dando efecto en la sociedad actual. Del mismo modo que comparo con el sistema educativo de hace 50 años se puede hacer con todos los sistemas educativos anteriores y posteriores al citado. Parece claro que los sistemas educativos más recientes, con sus virtudes y carencias tienen más papeletas para adaptarse mejor a la sociedad española actual.

La sociedad no se puede cambiar a voluntad, la sociedad es. De la misma manera que una casa con cimientos arcillosos, necesita ser construida de manera distinta que una casa con cimientos arenosos, el sistema educativo necesita ser creado específicamente para una sociedad en concreto, y en nuestro caso la sociedad española.

Un sistema educativo no puede cambiar el mundo el solo necesita la colaboración, debe estar respaldado desde el núcleo principal de la sociedad visto desde el punto de vista de la educación de los hijos, es decir, la familia. Lo que un niño ve en su casa desde pequeño es lo que aprende y hará cuando sea mayor. Es por ello que la motivación al estudio, el interés por aprender cosas nuevas, debe surgir desde las familias. En plan reflexión puede ser muy bonito, pero la cruda realidad laboral hace que numerosas familias no tengan suficiente tiempo para dedícaselo a sus hijos. El futuro promete ser mejor, el futuro promete superar al pasado, pero nunca se sabe cuando llegará ese futuro. Mientras llega, aprovechar el tiempo de manera inteligente manteniendo un espíritu receptivo.

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